Sin Saber Ni Merecerlo

No me pareció que encajara
Hombres con hambre, otros con sed
De rodillas y rogando por sus vidas
Que nos hizo tan débiles ante nosotros
Pues nosotros mismos
Desde el insignificante perdón
Hasta el último residuo de aire
¿Que nos hace pensar que estamos bien?
Mirarnos al espejo y sorprendernos
Tenemos la faz arraigada y soñolienta
Los ojos inmerecidos sobre estos agujeros
Un corazón que late sin saberlo
Nos vemos y nos odiamos
Como si nada nos uniría a toda esta vida
Otros dicen que es miseria
Aquellos contentos por tener el oro
Mujeres que suponen ser diosas
Adentro solo una renegada vida
Si los niños no conocieran el encanto
Todo seria deshonradamente bello
Ellos creciendo y asumiendo el dominio
Creyendo que así sería perfecto
Llegan y colapsan, hieren y acechan
¿Donde se esconden las malévolas almas?
Detrás de nuestras sonrisas
Delante del rostro perfecto
En la cima del infinito sueño
Debajo de nuestras almohadas.

¿En donde quedan nuestros juramentos?
En el soplido del aire
En el desvanecimiento de las promesas
En la similitud de los orgasmos fingidos
En ningún consuelo caído
Tras la lluvia del miserable quejido
En los tejidos del sensible Morfeo.
No hay lugar alguno que merezca.
Si es que seguimos este camino
¿Qué será de nosotros en unos segundos?
Solo “Ella” podrá saberlo.

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