Los Ojos De Marco

Frente a los ojos de Marco
Se ha postrado la soledad eterna
Con rastros de querer andar con el poeta

El poeta habla: Soledad al fin
Al fin me encontraste
Te ofrezco todo los hermosos ojos
Los más hermosos que hay sobre la tierra
Accederé a caminar contigo
Contigo mi eterna damisela

Ella respondió: Mi poeta yo te daré
Te daré desdichas y heridas abiertas
Para descompaginar tu vida.
En tu vida de melancolía

Mientras yo en mi inerte sueño navegaba
Ella me recordaba que seria tan prudente
Como rosa sin espina, y nunca se iría

Mientras ella me susurraba en mi mente
Yo admiraba tan gran agonía
Como placer de niño, por su madre.

Ella: Dime ahora que me tienes
Porque yo seré amante
Amante de tu averno
Esclava de tu anhelo
A tus pies estaré
Solo tú me tendrás que dar
Darme todo razón de celos
Alegrías y en especial
Tus mejores sueños

El: Toma todo, todo de mí
Desde mi interior
Hasta tu regazo
Hasta tus hilvanados pies
Donde yo siempre descanso
Toma mi risa partida
Y ten mis Tres Marías
Las que un día
Un día yo amaría

Tarde, y de noche
Temprano, y de madrugada
Los dos caminaban
Caminaban a la luz de una lámpara
Al placer de los profundos gemidos
Donde se encoleriza el Hades
Donde se alegra cada cirro
Un malestar, que ya me causaste
Y miles de alegrías arrancaste
Soledad, dime que estarás aquí
Aquí donde no te vea
Allá donde yo pueda tocarte
Hombre, estaré ahí
Ahí donde tú y tu sombra me vean
Acá donde la luz no llega

Cada mañana despertaba
Con el sol sobre el rostro
Y hermosas piedras en lágrimas
Un tacto, primero
El que era de blanco y negro
Dos tacto, segundo
Ella tenía malestar en sus ojos
Tres tacto, tercero
Donde no llega mi voz
Mi voz que ahoga pensamiento.

Sigues atrayéndome hacia tu faz
Hacia tu faz de fantasma
Soledad ahora que más me harás
Invernaremos en el cielo
Y mecerás tu cristal corredizo
Cubrirás tus cegadoras manos
Y encenderás mis desafiantes garras
Soledad, no te vayas
Vuelve a mi como nunca nadie
Vete de mi cuando ya no te vea

Ella: No, Marco yo no te dejo
No te dejo porque te oigo
Te oigo porque eres tan paciente
Tan paciente como el atardecer
El atardecer de cipreses

Marco: Soledad, divina
Divísame desde tu almohada
Y consuela mis latidos
Mis latidos de antorcha
Ten las simplezas de los anillos.

Y quien dijo que nosotros no estamos
Que no estamos en tus ojos de muerte
Tu muerte en nosotros en decadencia
Y tu decadencia que nos causa rabietas
Adorar aquellas perlas doradas
Perlas doradas que llegan a tu casa
A casa de donde no salgo
De donde no quiero salir
Salir por mis motivos
Motivos que tú me darás, Soledad.

Yo colecciono tus poemas
Tus poemas que para mi son
Hojas que cada día pasan entre ellas
Entre ellas se abrazan las estrellas
Las estrellas que un día miraba
Hoy las miro contigo, anacoreta
Mi amante dame más de tu vida
De tu vida que lentamente se desvanece
Desvanece a toda esa gente
Esa gente que nunca me busca
Y nunca me busca para seducirme
Solo cuando por sus cabezas pasa la muerte.

Y la Soledad, seguía
Seguía en busca de poesía
Yo se lo daría.

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